Parte
de este proyecto surgió en viajes laborales por carretera y de esos trayectos
también surgió el presente texto.
Cuando
regresaba del trabajo todos los días de camino a casa, veía a lo lejos en una
loma, un árbol que le llamaba la atención.
Pasaban
los meses y, un buen día decidió aparcar el coche en la cuneta de la carretera
para continuar su camino a pie; quería ver aquel árbol de cerca.
Tras
dejar todo comenzó su marcha. Campo a través sorteó ríos, desfiladeros y
enormes praderas, pasó por algún pueblo que otro y habló con sus gentes…
Los
días pasaban y proseguía su viaje, el árbol cada vez estaba más cerca.
La
última noche, antes de continuar con el ascenso final, apenas durmió. Al alba
sus pasos acompañaban la salida del sol y su sombra guiaba su camino.
Por
fin se encontraba bajo el gran roble que observaba siempre desde la carretera.
Una vez allí miró a su alrededor y reflexionó sobre lo vivido y lo que perdió.
Lo más
importante no era el árbol en sí, su sueño era llegar a él, cosa que consiguió,
lo realmente valioso fue el viaje, las dificultades, el esfuerzo y las gentes
que había conocido durante el trayecto.
Lo
primordial no era la meta, sino el camino recorrido.