La
madera, habitualmente nos ofrece imágenes en su superficie. Bien sea pino,
roble o fresno, nos regala paisajes definidos y otras veces difusos. Únicamente
hay que observar la trayectoria de las vetas. A través de ellas, con la ayuda
de diferentes lapiceros, descubrimos campos, aldeas, playas o grandes acantilados.
Tan solo
debemos de tener la mente abierta.
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